miércoles, 25 de enero de 2017

Instantes

¿Dónde van esos instantes en los que sientes lo más bello del mundo? La caída en silencio de una hoja. Esa melodía que suena mientras un suave y anarajanjado rayo de luz se escabuye entre las cortinas para calentar mi mejilla. Una sombra en medio del bosque. El vuelo de una golondrina al atardecer. Tu mirada.

¿Dónde está tu mirada felina que tantos instantes me acompañaron? Me niego a creer que quedaron en saco roto, que tuvieron día y hora y ya caducaron, que el único lugar del mundo dónde se esconden es en mi memoria. Y cuando ésta desaparezca, desaparecerás tú también, para siempre.

Mi fiel compañero durante 14 años estuviste a mi lado, el resto de mi vida estarás en mi corazón.

martes, 17 de enero de 2012

Me he dormido

Me despierto. Son las 7. ¡Me he dormido!
Recuerdo que anoche puse el despertador a las 6, miro el  móvil y veo que está apagado, sin batería.
¿Realmente “me he dormido”? ¡No! Lo que ha ocurrido es que la alarma no sonó y en consecuencia no desperté. Y... sin estar despierta no puedo haberme dormido...  No es que me haya dormido sino que no he despertado. ¿Por qué usamos esta expresión cuando en realidad es la otra? 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Equivocacions

Dedicat a la Montse:
És tan fàcil equivocar-te... i tan fàcil haver-se d’equivocar tantes vegades abans d’adonar-te de l’error i, tot i així, tornar-te a equivocar...

Epígraf de l'Albert:
És tant fàcil no equivocar-te que l’equivocació et posa en evidència.

martes, 29 de marzo de 2011

Vértigo

¡Uy! ¡Qué miedo ser una gota de agua! Caer hacia abajo, ¡qué vértigo! Por lo menos los copitos de nieve caen más despacio...

martes, 17 de febrero de 2009

Accidentado viaje en autobús

Es un día soleado aunque de rayos ténues. Apenas noto el calor en el cristal, el suficiente para sentir su efecto ensoñecedor. Tras un duro día volando de un lugar a otro es imposible no caer en la tentación, mi cabeza cae milímetro a milímetro, segundo a segundo. ¿Qué es lo que me produce este bienestar? ¿los rayos de sol? ¿o el leve movimiento de mi alrededor?

Al cielo azul le van ganando los tonos anaranjados y rojizos. El día termina y las aventuras acaban por hoy, ¡¿o eso es lo que pensaba?! Oh… ¿por qué mi culo se ha estampado contra el cristal? Quizá no haya sido lo más acertado volver a casa en autobús. ¡Vaya frenazo!

¡Ah! ¿Quién ha apagado la luz? ¡No puede ser que ya se haya hecho de noche! ¡Si hace un rato tenía el sol enfrente! Otro frenazo ha provocado que me cuele por la ranura que hay entre el cristal y el plástico que lo sujeta. Me siento presionada aquí dentro pero creo que ha sido el golpe, no me costará salir.

Vaya… ¿qué es eso que brilla? Tras sacar la lengua descubro que es polvo grasiento, ya podría haber sido un trocito de caramelo que se le hubiese caído a alguien. De todos modos no pensaba comer nada hasta la hora de cenar y más ahora que estamos en invierno, se trabaja menos y los kilos se asientan.

A duras penas salgo de mi agujero y encuentro un par de ojos enormes acechándome. ¡Qué pasa señora! ¡¿Nunca ha visto tropezar a una mosca?! No acabo de encontrar el equilibrio que un manotazo de la señora me estampa contra el asiento de enfrente. ¡Qué falta de respeto! ¿Me meto yo con usted? Decido irme más hacia atrás, justo detrás del asiento de la señora maleducada que está vacío, seguro que aquí nadie me molesta.

Unos minutos de tranquilidad y un nuevo frenazo. Éste me impulsa hacia delante, mi vida y la de la señora desagradable vuelven a cruzarse, pero esta vez me siento enredada por una apestosa pelambrera, ¡¿pero qué hace con tirantes en pleno invierno?! ¡señora, dúchese! ¡me ahogo! Un nuevo manotazo me devuelve a mi posición original.

Parece que me estoy quedando dormida cuando aparece una señora con un bebé en brazos, qué carita más simpática y ¡ay, qué manos más largas! “¡Caca!” le dice la supuesta madre al mismo tiempo que todo se vuelve oscuro y me veo rodeada de babas. “¡Oiga, que yo soy muy limpia, es por la señora de delante que le canta la sobaquera!” le digo mientras su dedo me arrastra hacia la luz.

Sin dudarlo, bajo en la siguiente parada. Lo que queda de camino prefiero hacerlo volando, no tengo ganas de saber qué más puede depararme el futuro en este autobús. Además así me seco y me ventilo un poco, que con todo lo que me ha caído encima, ¡cualquiera duerme!

jueves, 12 de febrero de 2009

El folleto chino

La llave se deslizó en la pequeña cerradura 035, su mano se introdujo en la oscuridad y chocó con un folleto tamaño folio doblado por la mitad. Filiberta observó la enrojecida imagen impresa: un ocaso. El Sol se apoyaba con toda su fuerza sobre el Mar y extendía sus brazos sobre él, mientras las nubes le reflejaban su majestuosidad.

La imagen estaba rodeada de símbolos raros. El folleto estaba en chino! o era japonés? El caso es que no lo entendía…

Subió a su casa y tras cerrar la puerta se quedó contemplando la imagen, qué otra cosa podía mirar si no entendía el resto?! “Los testigos de Jehová ampliando el negocio!” pensó “Mañana, cuando Petty no me vea se lo dejaré encima de su mesa, nos reiremos un rato y encima me dirá qué pone porque ella siempre lo sabe todo”.

Ya había pasado la hora punta. El metro no iba excesivamente lleno. Las puertas se cerraron mientras una sombra cruzó ante Filiberta. Sus ojos rasgados delataban su orígen oriental. Recordó el folleto que aún guarda entre el libro que llevaba en su regazo. No se había acordado de él en todo el día. Sus dedos palparon el pliegue entre las gruesas hojas del libro. El folleto salió despedido apareciendo ante los ojos del oriental. Éstos se abrieron extremadamente, sus músculos se tensaron hasta alcanzar la dureza de una piedra y su brazo empezó a moverse lentamente.

Filiberta no vió el Ling Dao perteneciente a la Dinastía Song que el oriental, ahora podemos decir chino, llevaba en el extremo del brazo con cuyos movimientos lentos nos habíamos quedado, ni acabó de oir el sonido que indicaban que las puertas volvían a cerrarse. La hoja curva del sable cuello de ganso cortó limpiamente su cuello, su cabeza tocaron sus pies, sus ojos vieron al mundo dar vueltas, aparecía el chino, aparecía un botón de la camisa, aparecía el chino, aparecía el botón del pantalón, aparecía el chino, aparecía el botón de la bota y ya no apareció el chino, vió el suelo y ya no vió el suelo porque todo estaba negro.

Filiberta no vivió para contarlo pero descubrió que el folleto era chino, si hubiese sido japonés la última impresión que se hubiese llevado de este mundo no habría sido un sable sinó una katana…

Lo que no pudo descubrir era qué relataba el maldito folleto.

Todo oscuro y fin.

viernes, 19 de diciembre de 2008

La belleza desde el punto de vista estadístico

La belleza exterior de un ser humano sigue una distribución normal de media 22, desviación típica 6 y con una larga cola hacia la derecha.

Generalmente, el ser humano nace feo. Con el tiempo va floreciendo en él la belleza, alcanzando su cumbre a principios de su segunda década y a partir de la tercera empieza a decaer. En su existencia acaba arrugado, manchado, redondo y feo.

Como en toda distribución existen outliers. Hay individuos con dos o incluso tres modas. Uno puede sufrir un accidente en su periodo de mayor esplendor y llegar a recuperarse. También está el que nace feo y muere feo.

Pasemos o no por una etapa de belleza, todos llegamos a la fase de decaimiento donde abundan las patas de gallo, la papada de gallo, el codo culo-pollo y la calva culo-mono.

Hemos oído decir “Qué guapa debió ser de joven” pero nunca “Qué guapa es de vieja”. En nuestra última etapa, si llegamos, todos somos feos.

Pero hay otra belleza. La belleza interior sigue una distribución exponencial, donde nadie nace feo y a medida que pasa el tiempo aumenta la probabilidad de hacerse bello.

En esta belleza existe mucha variabilidad, tanta que algunos individuos hasta se salen de la distribución. Ponen tanto empeño en ir contracorriente que acaban incomprensiblemente feos!

Yo, me siento guapa.